jueves, 11 de agosto de 2011

¿Cuánto pueden durar las malas rachas?

Como mala racha se entiende un tiempo en concreto en que la mayoría de cosas o todas te salen mal, pero ¿cuánto tiempo duran? ¿Y si no terminan? ¿Es cuestión de buena o mala suerte?
Cada vez, los científicos apoyan más la teoría de la existencia de la suerte, del azar, o bien, la estadística. Si nos ponemos a pensar, ¿qué porcentaje estadístico hay en que durante cuatro larguísimos años lo único bueno que me haya ocurrido es que me haya comprado unos zapatos preciosos en un bazar oriental y aún, después de dos meses, no se hayan roto?
He lanzado una moneda al aire diez veces: cuatro de ellas han salido cara, las seis restantes, cruz. ¿Porqué mi vida no es así? Una de cal y otra de arena, unas caras y unas cuantas cruces...
Podemos pensar en la teoría de la inocencia, de la bondad. ¿Soy demasiado inocente y bondadosa y por eso me va todo mal? ¿Puede una buena persona convertirse del día a la noche en una arpía sin escrúpulos a cambio de buena suerte? ¿Podría vender mi alma al diablo?
No soy una niña bien, mis "papás" no me han pagado la entrada de un piso, y desde los 18 años he vivido de alquiler, concretamente en 5 pisos distintos, con la posibilidad de volver a irme del que estoy ahora en breve.
En el primer piso intentaron engañarme entre la inmobiliaria y el propietario para quedarse la fianza sin alquilarme el piso, y tuve la desgracia de alquilarlo. El propietario entraba y salía del piso sin avisar, nos vigilaba desde su casa (el edificio de enfrente) y cuando nos íbamos, sigilosamente entraba. Además tuve un compañero de piso que fingía no tener dinero. Yo pagaba su parte como inquilino, le hacía "sopitas" calientes cuando estaba enfermo, e incluso se intentó meter en mi cama y se lo perdoné. Cuando descubrí que a parte de su trabajo, tenía una fuente de ingresos extra, que era un piso de propiedad alquilado, le eché.
¡Qué alegría salir de ese piso para ir a vivir con mi pareja! ¡Vayámonos fuera de nuestra ciudad! ¡Qué piso! ¡Y qué caro al final! Tanto, que no pudimos mantenerlo, así que nos mudamos a uno menos lujoso y el propietario decidió no devolvernos la fianza. No sirvieron las amenazas, las constantes llamadas telefónicas, los insultos que al final escupía por mi boca... desistimos. En el siguiente piso, de paredes húmedas y grietas por todas partes, terminaron por echarnos, por no poder pagar. Y al mudarnos al siguiente, pareció todo perfecto. Volviendo a la ciudad, encontramos el ático inmenso de nuestros sueños. La hermana de la propietaria nos explicó los momentos tan felices que había pasado ahí con su hermana y sus padres. Entregamos 900 euros de reserva del piso para la posterior fianza. Fuimos a firmar el contrato con el resto del capital y la hermana nos dijo que había una condición para alquilar el piso: firmar un seguro del hogar. Si nos negábamos, perdíamos la fianza, así que aceptamos. Bastante tiempo después, hablamos personalmente con la propietaria, ya que no la conocíamos. Haciendo números, no salieron las cuentas... ¡Faltaban 900 euros en la fianza! Se los había quedado esa zorra de pelo oxigenado, y puestos a desconfiar, empezamos a indagar hablando con la propietaria. ¡No eran hermanas, sólo amigas! ¡No había obligación ninguna de firmar un seguro del hogar! ¡Ése seguro del hogar que firmamos era de la empresa en la que trabajaba desde hacía 15 días la zorra oxigenada! Harta de que me tomaran el pelo llamé a esa estafadora, pidiéndole mis 900 euros, su respuesta: "Me los he gastado con mi marido de vacaciones". Nos amenazamos, nos chillamos, nos insultamos, y otra vez no sirvió de nada. Mantuvimos el año de contrato para no tener más problemas, aunque estuvimos durante el mes de diciembre y enero sin agua caliente, seis meses sin nevera, y finalmente enterándonos por una carta, que ese piso, salía a subasta en un mes. Viendo la gravedad de la situación y enterándonos que la ley no nos iba a amparar, llegamos aquí, al peor barrio, a la peor calle, pero a un piso de precio asequible, avalado por (teóricamente) una gran administración de fincas. Pedimos por favor al comercial que no nos engañara en nada, que habíamos salido de una situación muy difícil con el anterior piso y que no queríamos problemas. Como siempre, la bondad y la inocencia me pudo. Al llegar para firmar el contrato en esas oficinas tan espectaculares, el precio del piso había incrementado mágicamente 50 euros. Aceptamos al no tener más remedio que huir de ese piso de estafadores. Sólo llegar, me encontré con que en el juego de llaves del piso, faltaba la del portal, y no podía hablar con ningún vecino ya que el portero automático no funcionaba, así que durante unas tres horas de un sábado, esperé en la puerta a ver si algún vecino se dignaba a abrir y a prestar a una completa desconocida, su llave, para hacer una copia. Aún no entiendo cómo me dejaron la llave, ya que posteriormente me enteré de que la finca, llevaba cinco años sin luz en la escalera, y que por ese motivo, era conocida en el barrio, así que los atracadores esperaban en los rellanos para atacar a las ancianas que subían o bajaban. El rellano del ático era el sitio perfecto para un señor yonki que se pinchaba y se quedaba dormido con su "colocón". En fin, al conseguir entrar en la finca, indignada, entré en el piso, y mi sorpresa fue al tirar de la cadena del wc mohoso, cuando la cisterna me petó (literalmente) en la cara. Se inundó el piso. ¡Qué sábado pasé! No sabía el funcionamiento de la cisterna de un wc, pero después de esa reparación improvisada y de tres visitas a la ferretería más cercana, me considero una auténtica licenciada. El wc no era lo único mohoso en ese lavabo, las paredes, el teléfono de la ducha, la ventana que daba a un patio interior y las tuberías estaban impregnadas. Intentando limpiarlo, tosía y tosía... Por el momento, no tuvimos más problemas, hasta ahora: un año después deciden subirnos por esta mierda de piso 20,80 euros de más. Pagaremos casi 700 euros para vivir en  la calle de las peleas, de los bares, peluquerías y bazares latinos, para vivir en un piso de apenas 50 m2 dónde el moho cada vez es más extenso y peligroso. He llamado a la "super-importante" administración de fincas, pero la "super-importante" administración de fincas enteras están de vacaciones, así que les he dejado dos mensajes contundentes: el primero quejándome de la subida de precio, e indicando que si ven normal pagar ese precio por este piso, se pongan en contacto conmigo, que de lo contrario, no se molesten en llamar ya que no quiero hablar con usureros, y el segundo, deseándoles unas felices vacaciones a ésta gran empresa. La conclusión que saco, únicamente contando mis cuatro últimos años de experiencias inmobiliarias es que el azar + la bondad + la inocencia = merecidamente mala suerte.
En otra ocasión, nombraré otros aspectos de mi vida que no son los cambios de piso, como el negocio que abrí y se fue a la ruina, mis cuatro últimos y desastrosos cumpleaños o mis lamentables puestos de trabajo que he tenido que ocupar.  Gracias a quien lea esto, es un desahogo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario