Es extraño actualmente no encontrarse a alguien que esté en paro o con alguien que tenga cercana a una persona en esta situación.
Por supuesto que hay muchas teorías acerca de la crisis que estamos atravesando, pero la más contundente desde mi punto de vista, y aunque algunos grupos de tendencia conformista lo critiquen o lo relacionen con la ignorancia, la culpa es totalmente del libre albedrio de los inmigrantes al entrar en nuestro país. No cabe duda que es el gobierno quien permite estas entradas ilegales, por lo tanto, no podemos culpar a personas que quieren venir a realizar su “sueño español” en éste, el país de la pandereta.
Me indigné profundamente, cuando, como seguidora de un programa que hace tiempo que no se emite, presentado por el Gran Wyoming, que a través de la polémica del señor (muy respetable) Josep Mª Vila d’Abadal, alcalde de Vic, el presentador manipuló la información y realizó un reportaje dónde se le preguntaba a sudamericanos sin papeles, irónicamente, si habían venido a España a robar el trabajo a los españoles. ¡Todos se reían a carcajadas! Pero hubo una respuesta por parte de una señorita inmigrante, entre carcajadas de la misma, que me irritó hasta tal punto que tuve que apagar la televisión: “No venimos a robar el trabajo, sino que cogemos los trabajos que los españoles no quieren hacer… jajaja”. A partir de ese día, no volví a ver el programa. ¡ESTOY DANDO CURRÍCULUMS A EMPRESAS DE LIMPIEZA, A CENTROS DE DÍA, A PANADERÍAS, SUPERMERCADOS E INTENTO QUE ME COJAN COMO STRIPPER! Estoy mucho más cualificada para realizar otros trabajos y aun así, no se me caen los anillos para limpiarle el culo a un anciano. Piden titulaciones como auxiliar sanitario cuando vemos la oferta de trabajo, y aun así, están sudamericanos/as sin papeles realizando esas tareas. Estoy en un supermercado comprando, y mientras intento “tirar” de marcas blancas y de ofertas, veo en la cola de al lado, que hay una sudamericana comprando pan Bimbo en vez del pan de molde Hacendado, tamaño familiar, que llena mi cesta. ¿Hasta cuándo voy a poder mantenerme a base de marcas blancas si todo el trabajo que suplico se lo dan a sin papeles? No me importa trabajar sin contrato, sin seguridad social, sin cotizar, con una mierda de sueldo… sólo quiero trabajar y poder vivir, NO SOBREVIVIR.
No me considero una persona racista ni xenófoba. El racismo lo definiría como la capacidad de sentirse superior a otras razas; no me siento así (lean a Shakespeare en el Mercader de Venecia). La xenofóbia podríamos decir que es el miedo a lo desconocido, y desgraciadamente, conozco bastante la situación que estoy relatando. Es al ver estas situaciones, cuando te hierve la sangre. No expreso más que la realidad que vivimos día a día. Han llegado bandas latinas que odian como ellos nombran a los “blanquitos”, que consideran que como rito de iniciación, a la mujer se la debe violar, y los hombres, deben pegar palizas y robar, y no contentos con esa inseguridad, ¡LOS LEGALIZAN COMO GRUPO CULTURAL!
He crecido toda la vida en el barrio donde desgraciadamente ahora vivo, y digo desgraciadamente porque ahora soy un cuerpo extraño, algo de otro planeta, un ser con dos tetas y un culo. Es su barrio, es su territorio, y ¿qué derecho tengo yo, como “blanquita” a pisarlo? ¡Yo jugaba de pequeña en la plaza en la que ahora trafican con drogas!
Salgo a la calle y en la famosa peluquería latina de al lado de mi portal, sólo veo una panda de vagos que están fumando porros, bebiendo cerveza y charlando, invadiendo toda la acera, sin respetar, tan siquiera, a viejecitas que intentan subir la cuesta con el carrito de la compra. Te miran de arriba abajo, te hacen comentarios totalmente obscenos y fuera de lugar, te desnudan con la mirada mientras expulsan de su boca esa repulsiva palabra; “mami…” delante de su mujer e hijos.
Cuando vamos de viaje a Marruecos, las mujeres, debemos ser recatadas y vestir de forma “adecuada” según su cultura, aunque pese a ello, siempre quieran intercambiarnos por camellos. Pero es su cultura y su estilo de vida, y no podemos darle una paliza al marroquí que ve la poligamia como algo normal, no podemos reírnos de ellos cuando rezan orientándose hacia la Meca, no cuestionamos por qué no comen cerdo… No lo hacemos. ¿Por qué en España, los sudamericanos se comportan como si fuéramos trozos de carne? ¿Por qué los marroquís nos insultan y nos vejan cuando llevamos libremente una minifalda? Con lo bonito que es el centro de Barcelona, ¿por qué me siento intimidada cuando ando por las Ramblas y no puedo acercarme al barrio del Raval de noche?
Ante ésta reflexión, no me gustaría que se me juzgara como una persona que generaliza ante todas las culturas y razas, hay gente maravillosa y asquerosa por todas partes, sean blancos, negros, café con leche o amarillos, pero mi ira va dirigida a lo que vivo cada día.
Y a la mayoría de empresarios españoles que creen que se aprovechan de ésta gente: ¡Explótenme, por favor! ¡Denme un trabajo de mierda y voy a ser la mejor! Haré más horas que un reloj no retribuidas, pero ¡contrátenme!
Ellos son culpables también de la etapa que estamos pasando, ellos pueden priorizar a los españoles dando puestos de trabajo. Si España deja de ser el país de la pandereta, el país donde uno que viene de fuera tiene prioridad a uno de aquí para trabajar, para conseguir pisos de protección oficial, para acceder a ayudas económicas estatales, ¿no disminuiremos la inmigración ilegal?
Si en Catalunya, para trabajar, para acceder a cualquier escuela, instituto, o titulación reglada o no, piden el mínimo de catalán y el mínimo de conocimiento de la historia de Catalunya, ¿tampoco conseguiremos disminuir la inmigración ilegal? Qué asco de país.